Archivo de la etiqueta: Día del Libro Infantil

«Una hora de cuento»

 El 3 de abril celebramos en nuestra Biblioteca el Día del Libro Infantil con «Una hora de cuento» para niños de 4 a 7 años. Para esta actividad hemos creado el cuento desplegable ¿Un ratón? de Guido Van Genechten, cuento que, por cierto, les ha encantado. A continuación han hecho unos marcapáginas relacionados con los personajes del cuento.

Seguiremos trabajando para fomentar la lectura y para crear nuevos lectores. Os animamos a que hagáis partícipes  a los niños de nuestras actividades.

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Día del Libro Infantil y Juvenil

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Los libros inspiran pausa

“¡Voy con prisa!”, “¡No tengo tiempo!”, “¡Adiós!”… Expresiones semejantes pueden oírse quizá a diario, no solo en Lituania —en el centro mismo de Europa—, sino en muchas partes del mundo. Y con frecuencia parecida se oye decir que vivimos en la edad de la abundancia de información, la prisa y la precipitación.

Sin embargo, tomas un libro entre las manos y, de alguna manera, te sientes distinto. Y es que los libros tienen una estupenda cualidad: te inspiran serenidad. Con un libro abierto y sumergido en sus tranquilas profundidades, ya no temes que todo te pase de lado a toda velocidad, sin llegar a apreciar nada. Empiezas a creer que no será preciso lanzarse como loco a tareas de dudosa urgencia. En un libro todo sucede sigilosamente, en orden y según una secuencia. ¿Será tal vez porque sus páginas están numeradas y las hojas al pasar crujen tranquilamente y con un suave efecto relajante? En un libro los acontecimientos pasados se encuentran plácidamente con los que han de venir.

El mundo del libro es muy abierto; su realidad sale al encuentro amistoso con el ingenio y la fantasía, y a veces ya no sabes muy bien dónde —si en un libro o en la vida— has notado de qué manera tan bella caen al derretirse las gotas del tejado nevado, o de qué forma tan encantadora cubre el musgo la cerca del vecino. ¿Ha sido en un libro o en la realidad donde has experimentado que las bayas del serbal no son sólo bellas, sino amargas? ¿Acaso sucedió en el mundo de los libros, o de verdad estabas tumbado sobre la yerba en verano, y después sentado con las piernas cruzadas, contemplando las nubes que surcaban el cielo?

Los libros ayudan a no acelerarse, enseñan a observar; los libros invitan, incluso obligan a acomodarse, pues casi siempre los leemos sentados, poniéndolos en la mesa o en el regazo, ¿no es así?

¿Y acaso no habéis experimentado otra maravilla: que cuando leéis un libro, el libro os lee a vosotros? Sí, sí, los libros también saben leer. Os leen la frente, las cejas, las comisuras de los labios, que ahora suben, ahora bajan; sobre todo, por supuesto, os leen los ojos. Y por los ojos entienden… adivinan… Bueno, ¡vosotros mismos sabéis qué!

No tengo duda de que a los libros les parece muy interesante estar sobre vuestro regazo, pues una persona que lee —sea niño o adulto— solo por eso ya es bastante más interesante que la que se resiste a tomar un libro entre las manos, que la que —siempre con prisa— no llega a sentarse y no tiene tiempo de fijarse en casi nada. Este es mi deseo para todos en el día internacional del libro infantil: ¡Que existan libros interesantes para los lectores y lectores interesantes para los libros!

(Texto original e ilustración: Kęstutis Kasparavičius. Traducción: Carmen Caro Dugo)

Día Internacional del Libro Infantil

 

Desde 1967, el 2 de abril, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, el IBBY promueve la celebración del Día Internacional del Libro Infantil con el fin de promocionar los buenos libros infantiles y juveniles y la lectura entre los más jóvenes.

Cada año, una sección nacional del IBBY tiene la oportunidad de ser la patrocinadora internacional del Día del Libro Infantil y selecciona un escritor representativo y a un reconocido ilustrador de su país para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños del mundo y el cartel que se distribuye por todo el mundo, y se promueva la celebración en las bibliotecas, centros escolares, librerías, etc.

Este año le corresponde a la sección de Letonia, que difunde el mensaje de la escritora Inese Zandere (1958) y el cartel del ilustrador Reinis Petersons (1982).

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Los libros hacen grande lo más pequeño

Las personas tienden al ritmo y a la regularidad, de la misma forma que la energía magnética organiza las virutas de metal en un experimento de física, de la misma forma que un copo de nieve crea cristales a partir de agua. Ya sea en un cuento de hadas o en un poema, a los niños les gusta la repetición, los refranes y los motivos universales porque pueden reconocerse una y otra vez; dan regularidad a un texto. El mundo adquiere un orden precioso. Aún recuerdo que de niña luchaba conmigo misma por defender la justicia y la simetría, la igualdad de derechos para la izquierda y la derecha: si tamborileaba con los dedos una melodía sobre la mesa, contaba cuántas veces debía golpear con cada dedo para que los demás no se sintieran ofendidos. Solía aplaudir dando una palmada con la mano derecha sobre la izquierda, pero pensé que eso no era justo y aprendí a hacerlo al contrario, con la izquierda sobre la derecha. Por supuesto, este afán instintivo de equilibrio resulta gracioso, pero lo que muestra es la necesidad de evitar que el mundo llegara a ser asimétrico. Tenía la sensación de ser la única responsable de todo su equilibrio.

La inclinación de los niños hacia los poemas y las historias surge, igualmente, de su necesidad de llevar regularidad al caos del mundo. Desde la indeterminación todo tiende hacia un orden. Las canciones infantiles, las canciones populares, los juegos, los cuentos de hadas, la poesía… son formas de existencia rítmicamente organizadas que ayudan a los más pequeños a estructurar su presencia en el gran caos. Crean la conciencia instintiva de que el orden en el mundo es posible y que todas las personas tienen en él un sitio único. Todo fluye hacia este objetivo: la organización rítmica del texto, las series de letras y el diseño de la página, la impresión del libro como un todo bien estructurado. La grandeza se revela en lo más pequeño y le damos forma en los libros infantiles, incluso cuando no estamos pensando en Dios o en los fractales. Un libro infantil es una fuerza milagrosa que promueve el enorme deseo de los pequeños y su capacidad de ser. Promueve su coraje para vivir.

En un libro, los pequeños siempre son grandes, de manera instantánea y no solo cuando llegan a adultos. Un libro es un misterio en el que se encuentra algo que no se buscaba o que no estaba al alcance de alguien. Lo que no pueden comprender lectores de una cierta edad permanece en su conciencia como una impronta y continúa actuando aun cuando no lo entiendan completamente. Un libro ilustrado puede funcionar como un cofre del tesoro de sabiduría y cultura incluso para los adultos, igual que los niños pueden leer un libro destinado a adultos y encontrar su propia historia, un indicio sobre sus vidas incipientes. El contexto cultural modela a las personas, estableciendo las bases para las impresiones que llegarán en el futuro, así como para las experiencias más difíciles a las que tendrán que sobrevivir sin dejar de ser íntegros.

Un libro infantil representa el respeto por la grandeza de lo más pequeño. Representa un mundo que se crea de nuevo una y otra vez, una seriedad lúdica y preciosa, sin la que todo, incluida la literatura infantil, es simplemente un trabajo muy pesado y vacío.

Escrito por Inese Zandere
Traducido por Attesor traducciones
Ilustrado por Reinis Pētersons

Fuente: revistababar.com

2 de Abril Día del Libro Infantil

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DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL

Desde 1967, el 2 de abril, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, el IBBY promueve la celebración del Día Internacional del Libro Infantil con el fin de promocionar los buenos libros infantiles y juveniles y la lectura entre los más jóvenes.

Cada año una Sección Nacional tiene la oportunidad de ser la patrocinadora internacional del Día del Libro Infantil y selecciona un escritor/a representativo y a un reconocido ilustrador/a de su país para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños del mundo y el cartel que se distribuye por todo el mundo, y se promueva la celebración en las bibliotecas, centros escolares, librerías, etc. 

DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL 2016
ERASE UNA VEZ…

Erase una vez una… ¿Princesa? No.
Érase una vez una biblioteca. Y érase también una vez una niña llamada Luisa que fue a la biblioteca por primera vez. La niña caminaba despacio, tirando de una mochila de rueditas
 enoooorme. Observaba todo con admiración: estantes y más estantes repletos de libros. Mesas, sillas, almohadas de colores, dibujos y carteles en las paredes.
— Traje la foto — le dijo tímidamente a la bibliotecaria.
— ¡Muy bien Luisa! Voy a inscribirte. Mientras tanto puedes ir escogiendo el libro. ¿Sabes que puedes llevarte un libro a casa?
— ¿Uno sólo? — Preguntó decepcionada.
En ese mismo instante sonó el teléfono y la bibliotecaria dejó a la niña con la tan difícil tarea de elegir un único libro en la infinidad de estantes. Luisa arrastró su mochila y buscó, buscó hasta que encontró su libro favorito: 
Blancanieves. Se trataba de una edición de tapa dura, con hermosas ilustraciones. Con el libro en la mano empujó su mochila de nuevo y, cuando ya estaba a punto de salir salir, alguien le tocó el hombro. La niña se dio la vuelta y casi se cae para atrás del susto: nada más y nada menos era el Gato con Botas con su libro en la mano, ¡digo, entre las patas!
— Buenos días, ¿Cómo estás? — le dijo haciendo una reverencia.
— Luisa, ¿Acaso no te sabes de memoria todas esas historias de princesas? ¿Por qué no te llevas mi libro El Gato con Botas, que es mucho más divertido?
Luisa con la boca abierta no sabía qué decir.
— ¿Qué te pasa? ¿Te comió la lengua el gato? — Bromeó.
— ¿Eres el Gato con Botas de verdad, verdad?
— ¡Si, en persona, digo, de carne y hueso! Llévame a tu casa y sabrás todo sobre mi historia y la del Marqués de Carabas.
La niña, de tan perpleja, solo conseguía asentir con la cabeza. 
El Gato con Botas, con un toque de magia regresó a su libro y, cuando Luisa estaba a punto de salir de la biblioteca, volvió a sentir un toque en el hombro. Era ella: «blanca como la nieve, colorada como la sangre y con cabellos negros como el ébano». ¿Adivinaste?
— ¡¿Blancanieves!? — dijo Luisa anonadada.
— Luisa, llévame contigo también. Esta edición — dijo mostrándole su propio libro — es una adaptación auténtica del cuento de los hermanos Grimm.
Cuando la niña estaba a punto de coger el libro, el Gato con Botas apareció molesto:
— Blancanieves, Luisa ya escogió. Vete con tus seis enanos.
— ¡Son siete y no seis! ¡ Y ella aún no ha escogido! — le dijo Blancanieves roja de cólera.
Los dos miraban a la niña esperando una respuesta:
— No sé cuál llevar…quería llevármelos todos…
De repente, sucedió algo increíble: fueron saliendo de los libros… Cenicienta, Caperucita Roja, Rapunzel. Un equipo completo de princesas de verdad:
— Luisa llévame a tu casa — le suplicaban todas.
— Yo sólo necesito una cama para dormir un rato — dijo la Bella Durmiente mientras bostezaba.
— Solo cien años — dijo el Gato burlándose.
— Puedo limpiar tu casa, pero de noche tengo una fiesta en el castillo del ….
— ¡Príncipe! — gritaron todos.
— En mi cesta tengo torta y vino. ¿Quién quiere? — Ofreció Caperucita.
Y continuaron apareciendo más personajes: el Patito Feo, la Vendedora de Fósforos, el Soldadito de Plomo y la Bailarina:
— ¿Luisa podemos ir contigo? Somos los personajes de Andersen — pidió el Patito Feo que tan feo… no era.
— ¿ Tu casa está calentita? — preguntó la Vendedora de los Fósforos.
De repente, delante de todos, apareció un lobo enorme, peludo, muy peludo, con los dientes afilados: ¡El lobo feroz!
— Lobo ¿por qué tienes esa boca tan grande? — le preguntó Caperucita por costumbre.
— Yo les protejo — dijo valientemente el Soldadito de Plomo.
El Lobo abrió la boca y… ¿Se los comió a todos? No. Solo bostezó de tanto sueño y les dijo con calma:
— Tranquilos. Sólo quería darles una idea. Luisa se lleva el libro de Blancanieves y nosotros entramos en su mochila que es muy grande.
A todos les gustó su idea.
— ¿Luisa nos dejas ir contigo?
— ¡Claro que sí! — Dijo Luisa abriendo la mochila.
Los personajes hicieron fila y fueron entrando uno a uno:
— ¡Primero las princesas! — dijo la Cenicienta.
Al final aparecieron también los personajes brasileños: el Sací, el Caipora, una muñeca de tela que no para de hablar, un niño muy loquito, una niña con una cartera amarilla, otra con la foto de su bisabuela pegada al cuerpo, un pequeño rey mandón. Todos entraron.
La mochila pesaba más que nunca. ¡Cómo pesan los personajes! Luisa llevo el libro de Blancanieves y la bibliotecaria anotó todo en su ficha.
Poco después la niña llegó a casa feliz. Su mamá le preguntó desde la cocina.
— ¿Hija, llegaste?
— Síííí, mami, llegamos.

Escrito por Luciana Sandroni
Traducido por
 Elisa Toledo
Revisado por
 María Sampayo Bouza
Ilustrado por
 Ziraldo